(…) En síntesis, la alimentación de los primeros años de vida es crucial para el desarrollo de un organismo saludable, conforma los cimientos de la salud y promueve nuestro bienestar tanto físico como anímico.
A pesar de la importancia de la nutrición en relación con la salud y las facultades físicas y mentales que determina, frecuentemente se alimenta a los hijos casi de manera intuitiva. Y, si bien el pediatra suele indicar los pasos a seguir, a la hora de cocinar se pueden presentar distintas dudas:
¿Cómo se incluyen las verduras en la dieta de un niño?
¿Cuánta carne es necesaria?
¿Cómo se asegura la proporción necesaria de nutrientes esenciales? ¿Cómo se prepara una papilla?
¿Cuánta leche se debe ofrecer por día a un niño de 2 años?
¿Cuántas calorías diarias puede consumir una mujer embarazada? ¿Cómo se controla el peso de un bebé?
¿Qué debe hacerse si un niño se niega a comer?
¿Qué alimentos son importantes durante el embarazo?
Las dudas son demasiadas y no alcanzarían las páginas de esta introducción para listarlas a todas. Es que comer sano es un concepto muy amplio, muchas veces difícil de materializar en el menú diario.
Con el fin de hacer más sencillo el arte de nutrirse y de convertir a la cocina en el mejor y más preciado tesoro. «Comida sana para niños brillantes» se propone brindar recomendaciones bien informadas sobre la alimentación durante el embarazo y los primeros años de vida de un niño. No obstante, el contenido de este libro no pretende reemplazar la opinión y atención médica sino ser un fiel complemento, que ayude al lector en la toma de decisiones. En consecuencia, se recomienda consultar siempre con un profesional de la salud antes de realizar cambios bruscos en la alimentación habitual. En esta guía, además de hallarse los principios y conceptos más importantes de la nutrición, se encuentran los requerimientos nutricionales necesarios durante el embarazo y en niños de hasta 6 años, haciéndose hincapié en cada etapa evolutiva, tanto prenatal como postnatal. Así, la guía indica paso a paso, cómo deben alimentarse el niño y la madre en cada período de desarrollo. Por último, esta obra contiene tablas y gráficos que permiten un uso práctico de la información contenida. Por que, el objetivo de alimentarse adecuadamente nunca debe ser problemático sino cada día más placentero.

Alimentarse bien, sentirse bien

A PESAR de la íntima relación que se establece entre la alimentación y la salud de una persona, las estadísticas y estudios científicos sobre el tema demuestran lo poco que se atiende esta cuestión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), miles de millones de personas de todo el mundo sufren carencias de vitamina A, hierro y yodo: los grupos más afectados son las mujeres embarazadas y los niños pequeños. Diversas fuentes médicas admiten que la dieta que se imparte a las embarazadas es generalizada y estándar, y que los chequeos que se realizan en torno a la alimentación de la mujer están focalizados casi exclusivamente en los niveles de hierro (y en algunos casos calcio), sin explorar otros valores, también importantes. Por otra parte, la OMS también informa que existen 20 millones de chicos menores de 5 años con sobrepeso, producto de los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo, cuya tendencia evolutiva continúa en aumento, afianzada por los juegos en Internet. Y es que la carrera a la que el mundo moderno se ha subscripto se encuadra dentro de banderas como la velocidad, a través del concepto de eficiencia, de la inmediatez y de la quietud, fomentada por la cultura del delivery o “reparto a domicilio”, junto con la proliferación del consumo de juegos, informaciones u objetos a través de internet. Si se lo propusiera, una persona podría teletrabajar con su computadora, usar los servicios de mensajería para retirar o alcanzar objetos, dinero u otros productos, adquirir sus comidas por pedido telefónico, hacer la compra de supermercado online y chatear con sus amigos, con cámara web incluida. Así, en verdad, esa persona podría permanecer en su hogar durante semanas… o meses.
Este ejemplo, tal vez exagerado, sirve para ilustrar cómo el sedentarismo es una realidad preocupante y el por qué de la insistencia médica en realizar actividad física. Las empresas de marketing, claro, rápidamente hicieron negocio de este problema: la nueva cultura del gimnasio se erige como contrapartida y también como un retorno renovado de “viejas” prácticas, que encuentran un nuevo sentido en este siglo, donde la contracara del sedentarismo es evidente: alimentarse bien, realizar actividad física y controlar el peso son fundamentales para sentirse bien.
Dentro de esta corriente de pensamiento, la nueva ciencia de la nutrición y los avances tecnológicos nos permiten hoy tener a nuestro alcance datos precisos sobre la relación entre lo que se come y su incidencia en la calidad de vida. En realidad, pequeños cambios en nuestra manera de alimentarnos pueden representar grandes beneficios, y no sólo a largo plazo. Estamos acostumbrados a escuchar relaciones entre la alimentación y la longevidad o la prevención de riesgos cardiovasculares en la adultez. Sin embargo, no solemos tener en cuenta la importancia de la alimentación en el presente de cada día. Según lo que desayunemos y la manera en que lo hagamos, dispondremos de mayor o menor energía para comenzar la jornada, por ejemplo. En efecto, el desayuno aporta los nutrientes necesarios para realizar las actividades planeadas para el día y, aunque más tarde se deba atender a otras comidas, como el almuerzo o la merienda, el desayuno funciona como base, y debe ser sólida.
Cuando una mujer embarazada disfruta de alimentarse, su bebé siente placer. Tiempo atrás se creía que en la vida intrauterina no existía la emoción. Hoy, se reconoce al feto como un ser sensible. No obstante, un bebé en gestación sólo identifica sensaciones que se agrupan como placer-displacer: la alegría, la tranquilidad o el descanso se asocian a las sensaciones placenteras, y el hambre, la angustia o el nerviosismo, por ejemplo, se adscriben al displacer. Las emociones de la madre están íntimamente ligadas a los sentimientos del feto e incluso ha sido demostrado que un bebé de más de 11 semanas de gestación reacciona frente al sonido, al tacto, al dolor e incluso al gusto: ¡ya está formando sus primeros conocimientos sobre alimentación!
¿Qué le daremos al niño, en su vida intrauterina? ¿De dónde obtendrá su energía y sus nutrientes? Si no se toma conciencia de la importancia de la alimentación desde el comienzo, será más difícil desarrollar hábitos y conciencia saludables más tarde. No es un lugar común: lo que se “mama” desde el nacimiento es fácilmente asimilable.
Una mujer que se ha alimentado adecuadamente durante el embarazo gestará un niño bien nutrido, que crecerá bajo ese mismo concepto. Durante la lactancia, su hijo adquirirá proporciones exactas de los nutrientes esenciales y, más adelante, cuando el niño comience a andar, su estructura ósea será solvente porque habrá recibido el calcio, el magnesio y el fósforo necesarios. Su capacidad mental y desarrollo neurológico será óptimo, porque habrá ingerido las proporciones adecuadas de ácido fólico y grasas. A medida que el niño crezca, sus necesidades nutricias irán modificándose y cada alimento que se agregue a la dieta será una nueva fuente de salud o de desgaste, según las características del mismo. De esta manera, el crecimiento estará íntimamente relacionado a los alimentos que se hayan escogido para nutrir al niño, porque así como hay alimentos beneficiosos para la salud, los hay también dañinos. Y en saber discriminar unos de otros se encuentran los principios de la buena nutrición.

Estos maravillosos conocimientos están a tu alcance, para aprender y compartir: