Que los dioses lo acompañen, lector.

Es evidente que no siempre se vio al mundo como hoy nos hemos acostumbrado a verlo. Es evidente que primero los hombres se relacionaron con los dioses cara a cara (bueno, a lo sumo debía de haber algún mensajero entre ellos), y se transmitían “el modo de ver” a través de esos relatos que hoy conocemos como míticos. Es evidente que el saber lógico como tal apareció mucho después, como reacción al saber mítico: Apolo y Dionisos, el día y la noche, como todo y nada.

Un mito representa toda una forma de ver, pensar y sentir el mundo, y al individuo y al grupo dentro de él. No es poca cosa. El mito contiene la experiencia originaria de la especie humana y constituye esa continuidad divina en el mundo. En un sentido, todo mito es una especie de regreso al origen neblinoso, pero no menos real. Esto lo conserva la tradición, es la memoria del hombre que se reconoce espiritual.

Ariel Pytrell

Seres que habitan en montañas, mares, cuevas, bosques y ríos.

Criaturas Fantásticas

Maléficos duendes que tiñen sus gorros con la sangre de viajeros desprevenidos, viejas con senos de piedra que destrozan niños contra ellos, elefantes con siete trompas, caballos alados y serpientes emplumadas, un perro con tres cabezas que custodia la puerta de los infiernos, gigantes con un solo ojo en el medio de la frente, peces inmensos con cabeza de caballo, mulas que, en realidad, son mujeres transformadas y aves que tienen el poder de renacer de sus propias cenizas son algunas de las criaturas que componen la fauna mítica creada por la humanidad, conjunto del cual sólo pudimos dar cuenta mínimamente en este volumen, ya que, como bien decía Jorge Luis Borges en el prólogo de El libro de los seres imaginarios: “Un libro de esta índole es necesariamente incompleto; cada nueva edición es el núcleo de ediciones futuras que pueden multiplicarse hasta el infinito”.

Del libro Nuevo Inventario de Criaturas Fantásticas de Rosa Gómez Aquino.

¿Cómo se crea una criatura fantástica?  Procedimientos predominantes

Hay determinadas modalidades que (solas o combinadas entre sí) parecen haber sido las predominantes, si bien no las únicas, a lo largo de la cultura para dar origen a estos seres, y que han generado como resultado un efecto fantástico y extraordinario, en tanto y en cuanto no se respeta en ellos el orden natural y esperable, tal como sucede con el basilisco que es capaz de matar con la mirada, el hombre-lobo que muta de ser humano a animal o el myrmecoleón que combina en un mismo ser un cuerpo de hormiga con la cabeza de un león.

Ahora bien, ¿por qué o de qué manera, no se respeta ese orden natural y esperable? Pareciera haber tres formas o procedimientos básicos: adjunción, supresión y combinación.

Amazona

Abaddón

  • Demonio que en el Apocalipsis aparece como el rey de una destructora plaga de langostas y es mencionado como el ángel del abismo. Su nombre en griego es Apollyon, que en latín significa exterminans, esto es, “el exterminador”. Algunos demonólogos medievales le adjudicaron los terremotos, las guerras y demás acontecimientos que azotan a la humanidad.

Abonde

  • Hada benéfica que —según leyendas que circulaban en algunas zonas de Europa y, sobre todo, en Francia, durante la Edad Media— iba por la noche a las casas de los mortales llevando consigo toda clase de bienes, tal como lo hacían ciertas diosas de la abundancia del mundo antiguo. No se presentaba ante los humanos, con lo cual nadie podía vanagloriarse de haberla visto, y su visita solo podía ser comprobada cuando, a la mañana siguiente, el hogar aparecía bien provisto y en quienes lo habitaban renacían la alegría y la esperanza. Los pintores solían representarla atravesando el aire, y derramando de su cornucopia flores y objetos valiosos. 

Aborteiro

  • Duende maléfico de la mitología gallega que se introduce en el cuerpo de las embarazadas en pos de provocarles un aborto. Para ello, se convierte en una suerte de animal microscópico, de forma tal de poder penetrar sin ser advertido mientras la mujer está gestando.

Abraxas

  • Demonio poderoso y terrible al que se suele representar con cabeza de gallo coronado (aunque, eventualmente, también puede poseer la de ser humano), cuerpo de persona con vientre prominente, piernas y cola formadas por serpientes o dragones, y portando un látigo bajo su brazo izquierdo. Su origen, como el de muchos demonios judeocristianos, parece estar en una deidad de alguna antigua teogonía asiática. Es probable que la palabra mágico-cabalística abracadabra derive de su nombre

Adramelech

  • También conocido como Adramelek y Adar-malik, entre otras denominaciones, era una deidad de carácter solar de la mitología de la antigua Mesopotamia a la que el judeocristianismo transformó en demonio, tal como lo hizo con tantos otros dioses paganos. Los tratados de demonología lo consideran canciller del infierno, y en el Diccionario infernal de Collin de Plancy aparece figurado con torso humano, cabeza y extremidades de mula, y una enorme cola de pavo real desplegada.

Agripianos

  • Raza o pueblo de seres humanos fabulosos que se caracterizan por tener una cabeza que oscila entre la de un hombre y la de un pájaro (incluido pico) emplazada al final de un largo y serpenteante cuello. Aparecen mencionados en textos medievales, y se les atribuía un carácter sereno y meditabundo por lo que, en ocasiones, se los relacionó con la reflexión y la sabiduría.

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