Esta es la verdad más grande, la inmensa búsqueda y el mayor aprendizaje.


La verdad más profunda de tu ser es que eres la Divinidad misma, que ha cobrado forma humana, y que a través de la forma se experimenta a sí misma. Es posible que ya sepas esto… pero, ¿has podido sentir a esta Divinidad latiendo en tu interior, respirando cada vez que respiras, mirando el mundo a través de tus ojos?
Esta es la verdad más grande. Y es la gran búsqueda y el mayor aprendizaje… Eres la Divinidad en la forma, buscando reconocerse a sí misma y recordarse, para elevar la materia hacia lo sagrado, para expresarse aun en los planos más densos y materiales. No importa qué camino elijas para recordarte… todos los caminos te conducirán hacia esta verdad.

Ha llegado el momento en que, por mandato de los Grandes Maestros Ascendidos que dirigen, protegen y ayudan a expandir la Luz en el Planeta Tierra, se dé al Continente Americano la Gran Sabiduría que ha sido mantenida y custodiada en el Lejano Oriente durante tantas centurias.

El Maestro Saint Germain está indisolublemente ligado al pasado, el presente y el futuro de las Américas, ya que una gran parte de su trabajo en este planeta es el de purificar, proteger e iluminar a la gente de este hemisferio para que sea portadora de la “Copa de Luz” a todas las naciones de la Tierra, en la Era de Oro que se abre ante nosotros.
La propia libertad de América en los comienzos de su existencia, fue debida a sus incansables esfuerzos en guiar, alentar y proteger a los que fueron responsables por esta libertad.


Llega el tiempo en que la humanidad despierta:

La condición desafortunada en la conciencia humana, que mantiene a los individuos en sus limitaciones autoimpuestas, es la actitud de la mente que, o teme, o ridiculiza lo que no comprende, o lo que es peor, en su ignorancia dice: “Eso es un imposible”. Una cosa puede no ser probable bajo ciertas condiciones; pero el Ser Divino Interior, que es la Gran Luz, puede cambiar todas las condiciones humanas, de manera que nada le es imposible.

Todo ser humano posee la Divina Llama de la Vida dentro de él, y ese Ser, Dios, tiene Dominio donde quiera que se mueva el Universo. Si el hombre por su inercia mental no hace el esfuerzo suficiente para reorganizar sus antiquísimos hábitos de mente y cuerpo, continúa atado por las cadenas que él mismo se forjó. Pero si él decide conocer al Dios Interior y tiene la osadía de darle a ese Ser Divino el control de sus actividades exteriores, recibirá de nuevo el conocimiento de su dominio sobre todas las substancias, lo cual le pertenece desde el principio.

La respuesta se halla presente en cada ser viviente y es en nosotros mismos donde debemos buscarla.

Las palabras de los Maestros Ascendidos actúan sobre un plano profundo y fundamental de nuestro ser, en un ámbito situado más allá de nuestros bloqueos y de las vivencias procesadas, en un lugar del alma donde estamos muy cerca del ser puro.


La Ley de la Reencarnación es la actividad del crecimiento humano que le concede al individuo la oportunidad de restablecer un equilibrio condicional que él mismo, conscientemente, desajustó. Esto es sólo una de las actividades de la Ley de Compensación, la Ley de Causa y Efecto, o lo que se puede llamar el proceso balanceador automático que gobierna todas las fuerzas del Universo, en todas partes. La comprensión correcta de esta Ley da la explicación de muchas condiciones en la experiencia humana, que sin ella parecen totalmente injustas. Es la única explicación lógica de la infinidad de complejidades y experiencias humanas que revelan la operación y la Ley sobre la cual descansa toda manifestación. Esto hace comprender que no existe lo que llaman “casualidad o accidente”. Todo tiene una causa interior, y todo es la causa de un efecto futuro en el mismo instante en que se efectúa la causa. Si un hombre ha dañado a una mujer en una vida, es seguro que reencarnará en forma femenina y pasará por la experiencia similar, hasta que sufra aquello que le hizo soportar a otro. Lo mismo ocurre a toda mujer que lastime o dañe a un hombre. Esta es la única forma en que cada uno se obliga a experimentar tanto la causa como el efecto de todo lo que genera el mundo.

En este libro, el autor, a través de hacernos partícipes de su encuentro con el Amado Maestro Saint Germain, dejándonos mirar y compartir, introduciéndonos en cada una de sus experiencias, nos revela la verdad más simple, más profunda y más radical de todas… Y al mismo tiempo, la verdad más difícil de asimilar. Es posible que todos ya conozcamos esta verdad… pero tan solo como una teoría, una certeza intelectual. Pero… ¿cuántos de nosotros hemos podido realmente alcanzar a comprenderla y vivenciarla?

La verdad más profunda de tu ser es que eres la Divinidad misma, que ha cobrado forma humana, y que a través de la forma se experimenta a sí misma. Es posible que ya sepas esto… pero, ¿has podido sentir a esta Divinidad latiendo en tu interior, respirando cada vez que respiras, mirando el mundo a través de tus ojos? Esta es la verdad más grande. Y es la gran búsqueda y el mayor aprendizaje… Eres la Divinidad en la forma, buscando reconocerse a sí misma y recordarse, para elevar la materia hacia lo sagrado, para expresarse aun en los planos más densos y materiales. No importa qué camino elijas para recordarte… todos los caminos te conducirán hacia esta verdad.

El gran poder que todos poseemos, y del que este libro habla, no es nuestro, es de esa Divinidad que habita en cada uno de nosotros; y que a través de cada uno se expresa de una manera especial y única. En el relato de este mágico encuentro, el autor comparte contigo y conmigo las profundas enseñanzas del Maestro Saint Germain, acerca de un estado que podríamos denominar “Consciencia de Divinidad”, y cómo esta consciencia y la entrega plena y absoluta a esa Divinidad pueden sacarnos de la ilusión del mundo y devolvernos el inmenso poder de transformarnos y transformarlo.